Hakubo, volver a lo cotidiano luego de la tragedia

Hakubo

Hakubo, volver a lo cotidiano luego de la tragedia

Uno de los acontecimientos que marcaron a Japón fue sin duda alguna el desastre del 2011 en Fukushima. Hakubo llega como una película cuya trama se centra en la vida de las personas luego del terremoto y posterior tsunami, mostrando cómo poco a poco todo vuelve a la normalidad.

Esta es una película que puede parecer un tanto lenta y simple para quienes no conocen la gravedad del desastre que terminó con miles de vidas, pero que tomando esto en cuenta, podemos descubrir varios mensajes muy positivos y llenos de esperanza dentro de la trama.

 

El desastre de Fukushima

El 11 de marzo del 2011, hace ya una década, Japón sufrió el terremoto más fuerte registrado en su historia, de una magnitud de 9,1, lo que ocasionó el posterior tsunami de olas de hasta 9 metros de altura una hora después del terremoto. 

El terremoto trajo consigo otros terremotos de menor intensidad y otros tsunamis durante la noche del día siguiente, y su devastación siguió causando estragos hasta el 14 de marzo. Las familias que lograron refugiarse lejos de la costa no estuvieron completamente a salvo tampoco, ya que todo el desastre natural terminó afectando las plantas eléctricas nucleares, por lo cual tuvo que declararse un estado de emergencia, evacuando a todos los residentes de las zonas de los tres desastres correspondientes, mientras seguían recuperando cuerpos del mar. 

Los afectados por esta gran catástrofe fueron 20,000 fallecidos y 2,500 desaparecidos, de los cuales hace unos meses lograron recuperar un cuerpo del mar de una mujer que fue arrastrada por las olas ese día, hace una década. 

Debido a que Fukushima producía el 30% de la electricidad de todo el país, desde ese día hasta varios meses después hubo constantes fallos de electricidad y de agua. Además, como si no fuera suficiente, los problemas provocados a las plantas nucleares causaron una radiación tan intensa que las familias de la zona no pudieron volver a sus hogares. 

 

Hakubo

Si bien no se nos dice cuánto tiempo exactamente ha pasado desde el desastre de Fukushima, nos dan a entender que tampoco ha pasado tanto tiempo, ya que ambos protagonistas muestran pequeñas secuelas del trauma, así como la necesidad de usar sus hobbies para mantener la mente ocupada en todo momento. 

Sachi desde el principio se nos muestra como alguien que parece cargar con una pena, ya que permanece la mayor parte del tiempo callada, centrada en la música, y negándose a salir con sus amigas. Esto es algo que fácilmente podría hacer cualquier otro adolescente, por distintos problemas, pero en este caso con la sinopsis y algunos diálogos nos recalcan que su estado de ánimo se debe a lo de aquel día.

A medida que se acerca más al Kijinami se va soltando un poco, mostrándose cada día más feliz, cosa que su familia celebra. Esto lo podemos ver cuando ella se ofrece a hacer la cena con emoción y, a pesar de que quema todo y tiene una pinta de saber mal, su padre llora de la alegría por el hecho de ver a su hija tan animada, dándonos a entender que no es que la protagonista tenga realmente esa personalidad, sino que sufrió un cambio, y por eso su familia se contenta tanto de verla volver a comportarse de forma “normal”.

Sus amigas también nos lo demuestran, al no querer insistir en su tiempo a solas, y al empujarla a estar con el chico que le gusta y que la tiene tan feliz últimamente, a pesar de que ya tenían planes con ella.

Kijinami por su parte es más misterioso, no sabemos nada de él que no sepa la propia protagonista, ya que no podemos saber lo que piensa, ni se nos muestra parte de su vida cotidiana, simplemente, es el chico del autobús al que le gusta pintar. Aun así, descubrimos que su familia es de las que vivían en la “zona de peligro”, que se refiere a las zonas afectadas por la radiación. 

Estas personas, al no poder volver a casa, tuvieron que rehacer sus vidas desde cero, sin ninguna de sus pertenencias siquiera, ya que buscar las cosas que no sacaron en el momento era demasiado peligroso. Bajo estas circunstancias, es normal tener muchos problemas para poder recuperarse, pues si bien el Estado de Japón se encarga de mandar ayuda a las familias afectadas, tampoco pueden resolverles la vida tan fácilmente. 

Hakubo, volver a lo cotidiano luego de la tragedia

Usar el arte como escape

Sachi se refugia en la música en todo momento, al principio nos habla sobre cómo escogió ese hobby solo por “vestirse elegante”, esforzándose aun así, pero cuando empieza a dudar sobre sus sentimientos revela que ella siente que solo puede interesarle la música, que toda su vida debe ser solo eso. 

Es común que las personas luego de un trauma tan grande como puede ser vivir un desastre dónde falleció la mitad de la ciudad, se refugien en algo, y no acepten lo que hacen. El concentrarse en algo los ayuda a no pensar en lo ocurrido, así como ocupa todo su tiempo, impidiendo que formen lazos que luego teman perder en una situación similar. 

Kijinami se centra en sus dibujos, sin embargo, él es más sincero sobre las razones por las cuales pone tanto empeño en eso. Para él es muy importante capturar la belleza de los lugares que podrían desaparecer en cualquier momento, de la misma forma en que él lo vivió. 

 

El amor y las oportunidades

La película al final se trata sobre las segundas oportunidades, sobre mostrarnos cómo después de creer que lo hemos perdido todo, aún nos quedan razones para seguir viviendo, mientras nos damos la oportunidad de disfrutar de la vida, y los lazos con los otros, sin importar el temor que nos da el volver a perderlo.

Todo esto demostrado con el inocente y bello amor que surge naturalmente entre Sachi y Kijinami.