Guillermo del Toro, vida y estética
Hay directores que resaltan por lo reconocible de sus obras, aquellas que, al colocar una película al azar en la TV, al verla, la reconocemos inmediatamente como creación de esta persona, a pesar de no haber visto esa película específica antes, ni saber su nombre o demás detalles. Este es el caso de Guillermo del Toro, un director que ha logrado hacerse con un nombre y una estética que es inconfundible.
Monstruos que no necesariamente dan miedo, la humanización de los mismos, la paleta de colores oscuros, los toques góticos, steampunk, y su magnífica forma de darle un giro de 180 grados a lo que estamos acostumbrados a ver.
Películas que no están hechas solo por el dinero, que no apelan a gustarle si o si a los críticos, y no tienen nada que envidiarle a los típicos “cortes hollywoodenses”. Guillermo nos trae películas y series únicas, que no solo buscan causar admiración, entretenimiento, u horror en sus espectadores, sino que busca contar una historia real, que cuente con algo para decir.
Su infancia
No está de más decir que el ingenio e inspiración de Guillermo del Toro proviene de su infancia, cosa que ha confirmado en varias entrevistas, donde muestra las similitudes entre pensamientos o situaciones de su infancia, con sus películas.
Podemos ver un claro ejemplo de esto en “La forma del agua”, un filme que se inspiró en una vieja película de mala calidad que él vio de pequeño. En esta película, llamada “Creature from the Block Lagoon” de 1954, dirigida por Jack Arnold, se mostraba la historia sobre un grupo de científicos que descubrieron a una criatura marina con forma un poco humana, mientras hacían una expedición en el Amazonas.
Esta criatura secuestró a la chica, por lo que los demás comenzaron a perseguirlo, hasta poder matarlo y salvar a la mujer. El hecho de que la mujer no se quedara con el monstruo, parece no haberle gustado nada a del Toro, por lo que decidió darle una mejor historia a esta criatura, en su película “La forma del agua”.
Aparte de esto, la infancia de Guillermo del Toro no fue precisamente la más común, él cuenta sobre cómo de niño podía ver a monstruos por todas partes, sobre todo en sueños, que lo hacían llegar al punto de orinarse en la cama, razón por la que su madre lo regañaba constantemente. Aunque esto terminó un día en que, armado de valor, le ofreció un trato a los monstruos con los que soñaba, en el que decía que, si ellos lo dejaban ir al baño, él les recompensará con su eterna amistad.
Cosa que hasta el día de hoy cumple, mostrando su enorme amor por estas criaturas en cada película, e incluso en su propia casa, que más que un hogar, pareciera un museo de los monstruos de toda su filmografía.
Curiosamente, a pesar de que su madre era una poetisa, y lectora del tarot, su abuela era una fanática católica, que llegó a exorcizarlo dos veces, ya que pensaba que sus fantasías solo podían ser obra de un demonio. Guillermo suele mencionarla un poco en sus entrevistas, pero a la vez nos dice que es un tema delicado, que le trae malos recuerdos, de los cuales no se siente cómodo hablando.
Sus películas
“Tengo una especie de fetichismo por los insectos, la relojería, la maquinaria y los engranajes, monstruos, lugares oscuros, cosas sin nacer”
Estas son las palabras de Guillermo del Toro, cosa que no nos sorprende en lo absoluto, viendo que todas estas cosas forman parte de sus películas.
La relación con sus personajes
De hecho, me parece mucho más relevante su afirmación acerca de que él se siente identificado con cada uno de sus personajes, cosa que suele ser más común en la escritura, que en el cine, pero que aun así lo podemos ver en muchos cineastas. Lo cierto es que crear mundos enteros no es nada sencillo, y darle una voz y motivación a los personajes es algo sumamente importante.
En estos casos, el mejor recurso siempre será basarse en uno mismo, lo que se siente y piensa, y el cómo esto puede verse reflejado en una circunstancia completamente diferente a la real, dándole un contexto y razón adecuados, que permitan transmitir el mensaje de la obra.
Guillermo del Toro muchas veces ha afirmado sentirse incomprendido, como si no encajaba en ningún lado, cosa con la que podemos identificarnos muchos. Este sentimiento lo ha representado en personajes como Hellboy, que sin importar qué haga, jamás se sentirá comprendido o aceptado por las demás personas.
Este personaje se ve tan abrumado por las cuestiones humanas, que muchas veces no tiene claro cómo actuar, y si es que acaso el esforzarse tanto sirve de algo.
También contamos con el caso de “La forma del agua”, donde la única persona capaz de comprender a la criatura, es alguien que se siente igual de marginada que él.
Su niño interior en la pantalla grande
Teniendo clara la infancia de Guillermo del Toro, podemos ver la similitud con dos de sus películas, las cuales están protagonizadas justamente por niños. Estas películas son “El laberinto del fauno” y “El espinazo del diablo”, en las cuales, estos niños debían enfrentarse, de una u otra forma a los monstruos.
En el caso de “El laberinto del fauno” tenemos a Ofelia, quien se asocia a estas criaturas, mientras a su alrededor se cometen atrocidades por parte de los humanos, que ante los ojos de una niña, llegan a verse como seres malvados.
Su público
Guillermo del Toro ha llegado a hacerse una buena base de fans, que admiran sus películas justamente por lo distintas que son, por lo poco que encajan junto a las demás. Esto, junto con su estética, que llama la atención de más de uno gracias a la fotografía tan artística que llega a tener, como es el caso de “La cumbre escarlata”, son cosas que muestran su pasión por su trabajo, y el gran esfuerzo que le coloca.