Jugar en casa, el esfuerzo y la esperanza

Jugar en casa

Jugar en casa, el esfuerzo y la esperanza

Jugar en casa es la nueva película de Netflix, la cual, al igual que otras 4 de este mismo año, está basada en hechos de la vida real.

Se trata de una historia más familiar, sobre un entrenador de fútbol americano llamado Sean, que además, es un padre de familia que dejó a su hijo de lado para seguir con su carrera. Ahora, se enfrenta a una penalización por todo un año debido a una falta en sus juegos, por lo que deberá pasar tiempo en casa, visitando a su hijo, quien ya ni siquiera lo reconoce como padre.

Es la típica historia de padre arrepentido que recuerda lo bueno de la vida familiar, luego de un mal mayor que lo separa de su trabajo. Aun así, es bastante entretenida y hasta cierto punto conmovedora, como una de esas películas para ver en familia un domingo por la tarde.

Resumen

Seguimos la historia de Sean, un muy importante y famoso entrenador de fútbol americano, que logró llevar a la victoria en el Gran Tazón a los Santos de Nueva Orleans. Este, al ser un equipo que no había ganado antes en toda su historia, hizo una hazaña casi histórica dentro del fútbol americano, consiguiendo admiración y mucho dinero.

El problema es que, a pesar de la victoria, al entrenador se le adjuntan varias faltas por su equipo, y la forma en la que los dirige, por esta razón, lo suspenden durante todo un año. Al no tener nada más que hacer, y ni siquiera ser capaz de contactarse con el equipo, Sean vuelve a su ciudad natal, Texas, con la esperanza de pasar un poco de tiempo familiar.

Por supuesto, las cosas no son nada fáciles para él, puesto que nada más llegar, su hijo lo rechaza por completo, señalando que él es un completo extraño para él y su familia. Además, se sorprende al ver al nuevo esposo de su ex, el cual, no solo tiene una relación muy cariñosa con ella, sino que incluso tiene un buen vínculo con su hijastro.

Ante esta perspectiva, Sean hace lo posible para acercarse un poco más a su hijo, yendo a sus partidos de fútbol americano, dónde se da cuenta de que su equipo es simplemente terrible. Esto lo intenta mencionar de forma superficial al entrenador, haciendo algún aporte para que puedan mejorar, pero esto no llega a mucho.

Un tanto molesto por ver la incompetencia del equipo, sigue mencionando posibles maneras de mejorar el entrenamiento y las tácticas, hasta el punto en que realmente se ve una mejoría, y, agradecido por esto, el entrenador lo invita a ayudar formalmente. Esto es algo a lo que inmediatamente se niega, tanto por el hecho de no querer involucrarse mucho, como por no querer poner presión sobre su hijo.

Al final todo esto queda de lado por la insistencia del entrenador, así que Sean comienza a entrenar al equipo juvenil en el que participa su hijo. En su nuevo puesto, lo primero que hace es verificar la cantidad de talento y dedicación de cada uno de los integrantes del equipo.

Poco a poco va sacando a relucir los puntos fuertes de los jugadores, buscando la forma de hacerlos mejorar. Este cambio pone en alerta a algunos padres, que quieren que sus hijos ganen lo más rápido posible, pero no quieren a extraños entrenando a sus hijos.

En medio de esto, llama la atención de una de las madres de los chicos, la cual intenta acercarse a él, y le llega a dar algunos consejos sobre el trato con niños. Por desgracia para ella, Sean está completamente concentrado en su trabajo, lo que lo lleva a olvidarse del romance.

Los chicos siguen mejorando, pero no ganan de igual manera, haciendo enfurecer más aún a los padres. Aquí, tenemos una pequeña y significativa escena en la que los niños afirman que varios de sus padres los presionan constantemente para que cumplan los sueños que ellos mismos no lograron.

Ese desgaste, junto a la poca comprensión de los ajustes de la partida, es lo que hace que los chicos no puedan ganar, por más que entrenen. Al notar esto, Sean usa comida y poco más para dar una explicación mucho más sencilla, gracias a esto, ahora ellos tienen lo suficiente para avanzar cada vez más.

A partir de entonces comienzan a ganar partido tras partido, su confianza y habilidades llegan al punto de quedar en las finales estatales, cosa que antes parecía imposible. A estas alturas, Sean ya ni siquiera piensa en su trabajo, y solo quiere disfrutar este año junto a su hijo, ayudándolo.

Pero, claro, esto no termina así de fácil, pues el equipo vuelve a saborear la derrota a manos de un contrincante que los aplasta por completo. Sabiendo perfectamente quién es Sean, el equipo ganador aprovecha para burlarse de Sean, al igual que los medios, por haber perdido «su toque mágico».

Las cosas continúan a pesar de esta humillación, el equipo se esfuerza más que nunca, derrotando a los otros rivales. Al momento de volver a jugar contra quienes los vencieron de forma tan humillante, dan todo de sí mismos, no obstante, vuelven a fallar.

Jugar en casa, el esfuerzo y la esperanza

Crítica

Jugar en casa es el tipo de película que quiere recordarnos lo bueno de la vida familiar, el cómo los hijos, padres o hermanos, aun cuando no son del todo cercanos, pueden seguir preocupándose por el otro. A su vez, recalca que lo importante de la vida no son los trofeos ni los reconocimientos, sino la pasión y esfuerzo que se coloca en este mismo.

Al final, con el equipo perdiendo, no vemos en ningún momento un rostro pesimista o molesto, por el contrario, todos parecen felices de haber logrado lo que creían imposible, el llegar tan lejos. Resulta un final bastante feliz, con un claro mensaje de esperanza, de que con un poco más de esfuerzo, tal vez el próximo año puedan ganar.