La aldea
Hablemos de esas películas que intentan dar un mensaje sobre la realidad y cómo la afrontamos, y fracasan en el intento. La aldea es una película que, al igual que como ocurrió con “La cumbre escarlata”, fue vendida como terror, cuando no lo era.
Hay varios errores que ocasionaron el fracaso de esta película que tuvo un gran potencial, de hecho, si se pasasen por algo estos errores, podríamos estar hablando de una gran película de culto, pero lamentablemente se quedó a medias. En La aldea, tocamos temas como el afrontar la pérdida, la negación, el querer huir de lo que nos hace daño, y sobre todo, el miedo y la manipulación.
La trama
Seguimos la historia de Ivy, una mujer ciega que vive en una aldea del siglo XIX, con la constante amenaza de monstruos que viven en el bosque que los rodea. Comenzamos la película con la escena del funeral de uno de los niños, quien murió a causa de una enfermedad, lo que provoca que uno de los aldeanos decida ponerse a sí mismo en peligro, saliendo de la aldea, para poder ir al pueblo más cercano y buscar medicinas para todos.
El consejo de ancianos, que dirigen la aldea, inmediatamente le dicen que no, que eso es imposible, señalando que la única razón por la que no son atacados por los monstruos es debido a que tienen un acuerdo de paz, en el cual ninguno de los dos entra en el territorio del otro, de no cumplir esto, toda la aldea podría ser atacada. Aun así, el hombre continúa pidiendo durante casi toda la película el permiso para ir en búsqueda de medicinas, ya que es importante para todos.
Por otro lado, vemos cómo viven las personas de esta aldea, tienen tareas, pasan el rato, se enamoran, y se casan. Es una vida bastante pacífica, que solo llega a ser alterada por la presencia de los monstruos.
Las cosas comienzan a dar un giro cuando vemos que los monstruos comienzan a atacar a los animales sin razón, y luego, el interés romántico de Ivy es apuñalado con un cuchillo por otro aldeano, que se cree está loco. Cuando el médico de la aldea les dice que morirá por causa de una infección, Ivy pide poder salir de la aldea en busca de medicinas, tal y como había hecho el otro hombre, sin embargo, en esta ocasión, uno de los ancianos le permite ir, a pesar de ser ciega y, además, le cuenta la verdad sobre los monstruos.
Resulta que no son más que simples disfraces, usados por los ancianos para mantener a los aldeanos dentro de La aldea, y no puedan marcharse por el miedo. Luego, nos enteramos de que todos solían vivir en la ciudad, pero luego de perder a varios seres queridos a causa de crímenes, decidieron huir de todo lo malo de la humanidad, y crear su propio Edén, donde no tuvieran que preocuparse por estas cosas.
Ivy se adentra en el bosque con un poco más de confianza al saber que los monstruos no son reales, pero aun así, le teme a los animales que pueda haber, por lo que se mantiene alerta. Pero, en cierto momento vemos a uno de los monstruos, quien comienza a perseguirla, como si quisiera matarla.
Gracias a una trampa que ella había encontrado antes, pudo matar al monstruo, a lo que nosotros, los espectadores, podemos ver que se trataba del chico que había apuñalado al interés romántico de Ivy, a quien creen un loco, pero esto ella no lo descubre, ya que no puede verlo, solo sabe que ha muerto.
Al llegar al límite del bosque, nos damos cuenta de que en realidad se trata del siglo XXI, debido a que al mismo tiempo pasa un guardabosques que hacía su ronda de rutina. Este se confunde al verla, y no parece creer mucho su historia, pero aun así, acepta ir a buscar los medicamentos que le solicita, ya que sabe que en efecto son utilizados para emergencias.
Ivy vuelve a la aldea y, aunque sabe la verdad, no le dice a nadie, y su historia sobre cómo derrotó a uno de los monstruos le da ánimos a los aldeanos, quienes celebran que haya vuelto a salvo.
La razón del final
Hablemos del final y la razón por la que a muchos no les gustó. Lo normal, según ciertos términos, sería contar la verdad, querer explorar afuera de los “muros” del bosque, dejar de vivir con miedo, pero, ella simplemente acepta esto, y lo mantiene en secreto, convirtiéndose en una de los ancianos.
La razón de esto es muy simple, es de hecho, la misma razón por la cual los aldeanos de Midsommar hacen todas sus tradiciones, aunque ellos mismos sepan que no es lo usual, ni lo que se suele considerar “bueno”. Es porque así fueron criados, vivieron toda su vida con la idea y el sentimiento de ser una gran familia, que se apoya entre sí.
Tienen una buena vida, no hay nada que ellos sientan que están perdiendo al estar allí, ya que no conocen nada más, ni siquiera Ivy, que logra salir llega a ver al guardaparques y la camioneta, simplemente escucha un ruido que para ella es como un monstruo, y la voz de un hombre amable que la ayuda. Nada de esto se sale del mundo que conoce Ivy, no sabe que hay nada más, y aunque lo supiera, su vida ya está destinada a su pareja, por quién se arriesgó a salir de la aldea pese a su miedo.
Si los demás salieran, con la mentalidad del siglo XIX, enfrentándose a todo lo nuevo y “extraño” del siglo XXI, probablemente tendrían más miedo aún, y preferirían estar junto a los que aman, en un lugar que conocen. Más de uno querría ir a explorar y conocer, pero por la forma en que fueron criados, podrían volver luego de ver el horror de la vida moderna, o simplemente extrañar a su familia.
Lo único que no tienen son medicinas, y aun así, es tan extraño que esto ocurra que el tema no salió sino hasta la muerte del niño pequeño, y la posterior herida del chico. ¿Realmente vale la pena dejar toda su vida atrás por esto? Además, ahora que Ivy salió una vez, podría volver a salir si ocurre en otra ocasión, con alguna excusa simple, como que solo ella tiene un amuleto mágico que los aleja, o algo por el estilo.