La ballena

La ballena, con Brendan Fraser como protagonista, y Darren Aronofsky como director, es una de las películas que más han dado de qué hablar entre las nominadas a grandes premios. Este es, después de todo, el regreso de Brendan a la pantalla grande, de la mano de uno de los directores que más sorprende y fascina al público.
En esta película, seguimos la historia de Charlie, un hombre con obesidad mórbida, que ha llegado a ese estado debido a una profunda depresión, causada por la muerte de su pareja. Este hombre, que no deja de sumergirse en la autodestrucción de forma consciente, quiere aprovechar sus últimos días de vida para arreglar, aunque sea un poco, la deteriorada relación con su hija, a la que abandonó a los 8 años.
La resignación
Lo que más resalta en este drama psicológico es la resignación del personaje principal, Charlie. Resignación que parece haberlo acompañado toda su vida.
En la película se menciona el pasado de Charlie, en el que vivió junto a su esposa e hija, por alrededor de 8 años, o más. Sin embargo, en el momento en el que consiguió a un amante del mismo sexo, no dudó en abandonar a su familia, y todo lo que tenía.
Esto da a entender que, al parecer, se resignaba con el tipo de vida que se esperaba de él, y que no fue sino hasta que alguien más lo empujó a tener su propia vida, que se arriesgó.
Una vez que está con este hombre, aprende de su estilo de vida. Alan, su pareja, era un religioso que fue rechazado por su familia por querer estar con Charlie.
En ese tiempo Charlie aprendió de él todo lo referente a la religión, leyendo todos sus libros sobre la salvación en la otra vida, y leyendo varias veces la Biblia entera. Todo esto, sin que ni una sola palabra de Dios pudiera darle consuelo al ver cómo su pareja caía en la depresión por el rechazo de su familia, y su religión.
Mientras Alan dejaba de comer y se lamentaba, Charlie se resignaba a saber que era en gran parte la causa de este rechazo. Al llegar el momento en que Alan acabó con su propia vida, tampoco fue capaz de hacer nada.
Ante la sensación de haber causado tanta desgracia, Charlie comienza su camino a la autodestrucción. Inicia comiendo por la ansiedad, pero al negarse a salir de casa, al no querer ver a nadie, y aumentar cada vez más esta comida, terminó de esta manera, sin fuerzas para tan siquiera dar un paso por sí mismo.
Incluso cuando escucha directamente que le queda, a lo mucho, dos semanas de vida, él ni se inmuta, lo acepta, como si fuera lo que ha estado esperando desde hace tanto.
Durante toda la película de “La ballena” se siente esta clara resignación hacia la vida. Casi desde el principio, se sabe que Charlie morirá durante, o al final de la película, y no hay nada que hacer al respecto, puesto que él mismo así lo desea.
Lo único bueno en la vida
Solo hay algo que mantiene a Charlie con vida, aunque sea esos días que le quedan, y es el sentimiento de querer hacer bien aunque sea una sola cosa en su vida. Más específicamente, quiere asegurarse de sanar un poco el vínculo con la hija que no ha visto en tantos años, para al menos poder pensar que no le causó tanto daño.
El problema es que sí, le causó un gran daño su abandono. Fue tanto el impacto de ello en su vida que su hija se muestra completamente resentida, con un odio profundo hacia su padre, y hacia todos en general.
Más que ser la típica adolescente rebelde, es alguien que solo quiere destruir el mundo y a todos. Tiene conductas destructivas y antisociales, y no duda en hacer cosas que fácilmente podrían matar a su padre, mientras se burla de él.
Pese a todo, Charlie siente que no puede dejarla más de lado, que necesita hacer algo, aunque sea lo mínimo, por ella. Llega a ofrecerle todo su dinero a cambio de que pase algo de tiempo con él, mientras que ella simplemente lo obliga a sobre esforzarse, le da pastillas para dormir, lo insulta en todo momento y mucho más.
Su exesposa intenta hacerlo ver esto, le muestra cómo ella no parece tener salvación, y que lo mejor es mantenerla alejada de él. Revela que, aunque sí guardó el dinero que le envió todos los años para dárselo cuando se fuera de casa, ha evitado todo contacto, e incluso puso una orden de restricción, por la seguridad de Charlie, y no la de su hija.

La culpa
En “La ballena” todos parecen tener sus propias penas, y sentimiento de culpa.
En primer lugar, Charlie, que siente culpa por cada decisión que ha tomado en su vida. Se siente culpable por abandonar a su familia, por no poder hacer nada por Alan, por no tener la capacidad de seguir adelante, por arruinar la vida de su hija, y mucho más.
Después está Liz, la única amiga de Charlie. Ella siente culpa por no haber podido salvar a su hermano, Alan, por no poder convencer al resto de la familia de aceptarlo como es. Pero, su dolor continúa al ver cómo Charlie se destruye a sí mismo. Liz se convierte en su enfermera personal al ver que ni siquiera tiene para pagar un seguro médico, y sufre al ver cómo a él no parece importarle morir en cualquier momento.
Luego está la exesposa, que siente culpa por no poder hacer nada como madre, por criar a una hija que parece ser una psicópata, y por no poder hacer nada por Charlie.
Y tenemos a Thomas, un religioso que predica la palabra de casa en casa, que se siente culpable por no ser lo suficientemente bueno para su familia, por no poder ayudar a las demás personas, y ser incapaz de salvar a la única persona que parece necesitarlo, y que le permitió ayudarlo de alguna manera.
La última y única motivación
Charlie, a diferencia de muchas personas con sobrepeso, terminó en ese estado no por problemas físicos, sino mentales. Si hubiera tenido una razón para cuidarse, para al menos hacerse un chequeo médico, no habría llegado a ese punto.
Cuando inicia la película ya Charlie está en sus últimos días, Él lo sabe, y lo único que lo calma cuando tiene ataques, es la lectura de un ensayo. Mismo que resulta ser uno que escribió su hija hace años.
Esta es la única cosa que lo mantiene con vida y, una vez que consigue hacer las paces con su hija, sin nada más que lo ate al mundo, muere.
El final de «La ballena» reafirma el hecho de que a Charlie lo único que le hacía falta para mejorar era algo o alguien que le sirviera de motivación. Por desgracia, cuando esta al fin llega, lo hace demasiado tarde.
¿Vale la pena “La ballena”?
La ballena es una película cruda, directa, sobre el dolor de Charlie, y cómo eso ha acabado con su vida.
Aun cuando está rodeado de personas que lo apoyan, que quieren verlo sano y feliz, él no puede ver esto, no quiere aceptarlo. Para él, lo único que existe es la culpa y el arrepentimiento, además de la vergüenza de su propia existencia.
Es un filme que da mucho sobre qué pensar, al igual que las demás películas de este director.