La casa 2022
Comenzamos el año con buen pie, gracias a la sorprendente película La casa 2022 de Netflix, una recopilación antológica de tres historias bastante bizarras y perturbadoras. Estás historias, que veremos en animación stop motion, se conectan entre sí por suceder dentro de la misma casa, en tiempos distintos, y con personajes que no guardan ninguna relación con los otros.
A pesar de lo extraña que pueda resultar, sobre todo teniendo en cuenta que cada una de las tres partes está dirigida por un director distinto, La casa (2022) resulta sumamente interesante, puesto que toca varios temas de forma sutil, pero contundente, que sin duda permanecerán en nuestra mente un buen rato. Con un soundtrack y una fotografía perfectos para ambientar el tipo de historia que nos quieren narrar, La casa (2022) es, como mínimo, impactante.
Primera parte
En esta nos muestran a una familia cuyos padres están insatisfechos con su vida, tanto porque sienten que deberían tener más, como por el hecho de que las otras personas a su alrededor no dejan de señalar lo poco que han logrado. Desesperados, no dudan en firmar un contrato dudoso para mudarse a una bella mansión y comenzar su vida de riquezas desmedidas.
En todo momento señalan lo bueno que es estar allí, el cómo ya no tendrán que pensar en las cosas «de pobres», y lo más «importante», el cómo todos los demás los envidiarán, aceptándolos al fin. Ellos no se preocupan por nada de lo que ocurre a su alrededor, dejando todo pasar mientras sea conveniente para ellos, siendo únicamente sus hijas quienes se resienten de estar en esta casa, intentando protegerse, mientras intentan huir de todo lo que parezca peligroso.
Los padres poco a poco se van tornando cada vez más extraños e incluso obsesivos, pasando de ser meros consumidores holgazanes, a trabajar sin parar hasta caer del cansancio. Todo lo que querían se convierte en su nueva prisión, y sus hijas, solas e indefensas, no tienen más remedio que irse para sobrevivir, mientras sus padres pierden todo rastro de humanidad.
Crítica
Esta primera parte nos habla del materialismo, el cómo prefirieron dejar toda su vida de lado, enfocándose únicamente en las cosas materiales que los haría tener una vida «perfecta», que los haría sentir realizados y completos. En un principio vemos a los padres llevando a su nueva casa los objetos de la anterior que más amaban, que realmente significaban algo para ellos, pero al dejarlos olvidados, e incluso quemarlos, rechazaron está parte de sí mismos solamente para obtener la tan ansiada aceptación de los demás.
Las niñas, por su parte, reflejan la inocencia que se mantiene por sobre todas las cosas, y lucha por mantenerse pura, aun cuando esto signifique su propio fin, al tener que vivir ahora sin ningún apoyo familiar. Durante cierta escena incluso se hace una comparación de su situación con el cuento de una princesa, que estando rodeada de personas dormidas todo el tiempo, ya no sabe decir sí no es ella quien realmente duerme.
De esta misma manera, las niñas son las únicas que notan todo lo extraño, pero, ¿cómo pueden saber si eso es extraño, cuando todos los demás lo toman con normalidad? Aún si lo supieran, no podrían hacer nada para cambiar la situación.
Segunda parte
En un contexto más actual, una rata es el dueño de la casa, la cual con el paso de los años se ha deteriorado de gran manera, llenándose de todo tipo de plagas, filtraciones y más. Está rata, sumergido en deudas, intenta con lo poco que le queda arreglar la casa para poder venderla y así pagar lo que debe.
Aunque la rata está muy entusiasmada en arreglar la casa, y parece ser el centro de su vida, todo lo que hace es superficial, evitando acabar con las plagas de insectos, y centrándose más en simplemente apartarlas de la vista. De cualquier manera, la casa termina en un estado bastante aceptable, estéticamente hablando, así que hace una reunión con posibles compradores, los cuales, no le prestan atención a él, ni al esfuerzo que colocó en todo.
Ignorado, y con algunos errores, pierde el control de la reunión, arruinándola por completo. Por suerte (o mejor dicho, desgracia), dos ratas se quedan a pesar de todo, afirmando que les interesa la casa, por lo cual se quedarán uno o dos días para estar seguros.
A partir de entonces todo se tornará raro, al punto de ser bizarro y muy absurdo, las ratas nunca se van, pero tampoco compran la casa, se adueñan de ella, pero tampoco lo echan de allí. El mundo de la rata protagonista se derrumba frente a sus ojos, con pagos imposibles, inquilinos indeseados, y algunos problemas mentales.
Crítica
Lo interesante de esta parte es que los espectadores nos sentimos tan perdidos como el protagonista, descubriendo una verdad tras otra, haciendo que se vuelvan cada vez más insostenibles los engaños que él mismo se impone. Es la parte más difícil de comprender de las tres, pero no por ello es mala, al contrario, el contraste que hace con las otras dos partes lo hace mejor aún.
Él quiere convencerse a sí mismo de que puede acabar con las plagas, que puede mejorar su vida, pero al final, él mismo se convierte en la plaga, y nos revela su verdadera naturaleza como un parásito más.
Tercera parte
Sin duda la más sencilla, nos habla sobre un futuro apocalíptico en el cual todo se ha inundado, y solo se mantiene en pie aquella casa. Sus habitantes son la dueña, y sus dos inquilinos, quienes hace tiempo no pagan el alquiler, dándole, en cambio, pescados y rocas.
La dueña en todo momento sueña con devolver la gloria a la casa, remodelándola, sin embargo, al no obtener el pago del alquiler, no puede hacer nada. Pronto llega alguien más, un conocido de una de las inquilinas, que por un momento parece llegar a ayudar a la dueña en la remodelación, cosa que rápidamente se desmiente, siendo en realidad una ayuda a los inquilinos, que hace ya un tiempo querían irse de allí
Sintiéndose sola, e incluso traicionada por esto, la dueña logra entender al fin que no puede seguir en ese lugar, que debe avanzar al igual que los otros, lo cual le cuesta mucho, ya que, por tardar tanto, ha perdido a su único apoyo.
Crítica
La parte final es un claro reflejo de la negación, la protagonista no quiere aceptar el pasado ni el presente, se niega rotundamente a ver que las cosas que parecían tan importantes antes ahora no significan nada. Ella se empeña en cobrar el dinero que ya no sirve, ni existe, y a su vez, quiere remodelar una casa que claramente terminará bajo el agua en poco tiempo, al igual que todo lo demás.
La dueña está convencida que cuando lo arregle vendrán más inquilinos, ganará más dinero, tendrá una mejor vida… todo eso no es más que su sentimiento de soledad queriendo hacer todo lo posible por recuperar lo que ha perdido, por no querer quedarse sola y mucho menos sentirse abandonada. No hay nada que pueda hacer, y saber eso la carcome cada día más.