La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana
La plataforma de Netflix nos trae en esta ocasión La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana, su serie con nombre más largo hasta la fecha.
Con solo leer este terrible nombre nos cuesta tomarnos en serio a la serie, y es que de esto es de lo que se trata, de burlarnos de las complicadas y absurdas que llegan a ser ciertas películas de misterio. En la mujer de la casa de enfrente de la chica de la ventana vemos explotados muchos clichés que solemos ver en películas sobre casos sin resolver, tenemos las sospechas infundadas, los personajes que actúan raros, las cosas que le dificultan el camino al protagonista…
Ciertamente, es un concepto que da para mucho, sobre todo si tomamos en cuenta el éxito que lograron franquicias como Scary Movie, Date Movie, Vampires Suck… Lamentablemente, esta serie falla en algo muy importante, y es que no consigue llegar al punto de sátira obvia que se necesita para que todos los espectadores se diviertan sin pensarlo mucho, por el contrario, le da muchas vueltas al tema del caso que intenta resolver.
Normalmente, el saber manejar el misterio es perfecto para las películas en las que deben descubrir quién es el asesino, pero al tratarse de una sátira, hubiera sido mucho mejor si se le hubiera dado tanto en qué suponer al espectador. Claro, podríamos tener ambas cosas, el verdadero misterio, y la sátira, pero eso sería demasiado pedir para esta serie, puesto que la forma en que lo hizo, le da demasiada seriedad a la serie, lo que hace que muchos ni siquiera noten que se trata de un mero intento de comedia.
Si a esto le sumamos que el propio Netflix la categoriza entre las series “dramáticas”, no es de sorprender que el público no sepa cómo responder.
La serie y sus clichés
Durante toda la serie vemos algún tipo de cliché que, si bien en otros géneros suelen causar problemas a la hora de hacer tramas más “serias”, en el género del misterio se vuelven casi imprescindibles. Un suceso trágico que marcó o traumó a algún personaje, el presenciar un acto delictivo sin poder ver o recordar al criminal, las escenas subidas de tono solo para llamar la atención del espectador, la revelación que no esperabas…
Todos estos clichés, por más que los veamos venir, seguimos tomando muy en serio a la película o serie cuando se trata de este género en específico, y por ello es que cuesta tanto hacer comedia de ello. Si se tratara, por ejemplo, de romance, donde los clichés son considerados “algo bonito”, o directamente “una tontería de cuentos de hadas”, sería mil veces más sencillo.
El pasado trágico y su trauma
Seguimos la historia de Anna, por tanto, debe tener algún trauma. En este caso, nos cuentan desde el principio de la serie que Anna solía ser una pintora exitosa y feliz, con su esposo e hija. Por desgracia, toda esta vida perfecta se perdió cuando, por alguna razón, el padre, quien trabajaba con presos, llevó a su hija al trabajo, justo un día en que tenía que tratar con un caníbal.
Luego de un momento de descuido por parte del padre, ya nos podemos imaginar de qué forma murió la niña. Sin su hija, y con un matrimonio fallido, Anna se refugia en el alcohol y las drogas, consiguiendo de alguna forma en el proceso su fobia a la lluvia.
Estas dos cosas serán de gran importancia, ya que por las sustancias nocivas que consume Anna, nadie quiere creerle cuando dice que ve algo, ni siquiera la audiencia, después de ver las alucinaciones con su hija muerta. En cuanto a su fobia a la lluvia, esta existe para no dejarla salir de casa cuando es conveniente.
La obsesión
Otro factor común de este género son las obsesiones. Anna, sintiéndose sola y abandonada por todos, comienza a sentir atracción por su vecino, por lo que intenta acercarse a él, hasta que descubre que tiene novia. Al rato, cuando ve a la novia de su vecino siendo asesinada, por más que intenta olvidarlo cuando nadie le cree, su mente se obsesiona con la idea de que pueda ser su vecino, o cualquier otro.
No pasa mucho antes de que Anna se meta en problemas por querer “resolver el caso” por su propia cuentas, entrando a la casa de su vecino, revisando cámaras, teléfonos, y todo lo que encuentra a su paso, al punto en que su vecino la amenaza con colocar una orden de restricción.
Nadie cree en el protagonista
No es solamente una cuestión de pasarse de copas una noche y soñar con un asesinato, sino que la protagonista, Anna, tiene alucinaciones en todo momento, confundiendo al espectador. Otra vez, esto sería un buen recurso en una película o serie normal del género, pero siendo un intento de sátira, las alucinaciones carecen de significados reales, y solo terminan causando, en el mejor de los casos, incomodidad.
Y es que a Netflix no le bastó con una o dos, sino que se lanzó de lleno a poner tantas alucinaciones como pudo, dejando un final abierto gracias a las mismas.
La revelación
Por último, la revelación de que la niña es la asesina. Como llegamos a ver uno que otro detalle “extraño” en la niña, no hay realmente una sorpresa detrás de este hecho, aunque sí puede tomar desprevenido a más de uno.
Si tomamos en cuenta la forma en que se desarrolló la serie, con los clichés, es muy fácil adivinar que el culpable es el de apariencia menos intimidante, y que de alguna manera indirecta suelta frases que parecen culpar a otros por hechos que no debería de saber. Un buen ejemplo es cuando ella le dice a Anna que su padre tiene problemas de ira, después del asesinato, lo que lo convierte en el primer sospechoso.