La princesa, la rudeza y la acción de las nuevas princesas Disney

La princesaLa princesa

La princesa es la nueva película de Disney +, con una princesa de protagonista. Contrario a lo que nos tiene acostumbrados Disney, este es un filme de acción, con mucha sangre y poca trama.

Lo que más destaca es la participación de Joey King como protagonista. Se trata de la actriz que “recientemente” se hizo famosa por su papel en la saga “El stand de los besos”. En esta, hubo ciertas críticas sobre la actuación de Joey King, en muchos casos, haciendo ver que exageraba sus actuaciones.

En “La princesa”, esta actriz tiene la oportunidad de demostrar sus dotes de actuación. Si bien no hay muchos diálogos, y nos centramos en la acción, su dolor y angustia es creíble, aunque si hay una que otra escena que pudo haber quedado mejor. Pese a todo, demuestra ser una actriz más versátil, al saltar del romance a la acción, ejecutando muy bien las peleas.

En todo momento se muestra como una persona fuerte, llena de carácter, y con un inmenso amor por su familia. No es la mejor obra de Disney, aun así, consigue ser entretenida, mientras muestra a una poderosa guerrera en pantalla, algo por lo que Disney ha apostado bastante últimamente. 

 

El reino caído

“La princesa” da inicio con la protagonista atada, a punto de ser obligada a casarse con alguien que apenas conoce. Lejos de ser una damisela en apuros, no tarda más de un par de minutos en demostrarnos todo de lo que es capaz, con sus increíbles habilidades de lucha.

A medida que transcurre la película se nos va revelando el por qué de toda esta situación. Vemos a la princesa de pequeña, jugando a ser una guerrera, bajo el cuidado de una madre amorosa, que espera el nacimiento de un hijo para que herede el trono.

Por “desgracia”, el bebé nace como una niña, así que tampoco puede heredar. Al no tener ningún príncipe, comienzan a guiar a la princesa para que en el futuro sea una buena esposa. Gracias a su matrimonio, podrían obtener a un rey, y seguir con la línea de sangre. 

De esta manera, ella crece como una dama, manteniendo su faceta de guerrera en secreto de su padre. Al menos, hasta que llegó el día de su compromiso, día en que conocería a su más grande enemigo.

Desde el principio, la princesa se negaba a casarse con alguien que no conocía, no quería ser utilizada como una mera mercancía. Ella quería gobernar el trono que le correspondía por nacimiento, pese a que las costumbres solo aceptarán a un príncipe como heredero.

Pero, al querer mostrarse tal y cuál es, como una mujer fuerte y responsable, su padre, en vez de apoyarla, le ordenó comportarse. Prohibiendo el uso de la espada, y de cualquier otra arma, pidiendo, a su vez, que se prepare para la boda.

Claro que, con un carácter fuerte, la princesa no se iba a quedar de brazos cruzados mientras la casaban en contra de su voluntad. Por ello, abandonó la boda a mitad de la ceremonia, dejando solo a su prometido. 

El problema es que, este “pequeño” acto de rebeldía, le llevaría a perder todo su reino. 

La princesa

El villano

Algo curioso en Disney, es que los príncipes suelen ser quienes salvan a las doncellas, son fuertes y amables, pero, en «La princesa», ocurre lo contrario. Este hombre, el exprometido de la princesa, resulta ser alguien muy rencoroso y cruel. Es alguien que no duda en usar todo su poder para estar por sobre todos los demás.

Este villano invade el castillo, con la intención de ser el rey de aquel lugar, ya sea que así lo quieran, o no, todos los demás. Él demuestra su verdadera cara, como un avaricioso y despiadado, que de una forma u otra habría terminado en la misma situación.

No hay mucho que decir con respecto a él, si dejamos de lado su ambición. En ningún momento se le da un verdadero trasfondo a los personajes, de hecho, solamente la protagonista crece y madura.

 

Los padres

Aquí tenemos el mensaje de «las mujeres pueden hacer lo mismo que los hombres, y más», resaltando esto en la trama con un padre que se niega a ver el progreso de su hija. Ante los ojos del rey, la princesa es una niña, sin importar cuántos años tenga, o cuánto haya entrenado y aprendido.