El juego del calamar, luchando por una oportunidad

El juego del calamar

el juego del calamar

El que un grupo de personas tenga que competir entre sí para poder ganar algo o salvar su propia vida no es nada nuevo, lo hemos visto en Juegos del hambre, battle royal, y muchos otros, pero si en algo destaca cada película que toca este tema, es en que casi todas logran desarrollar una trama tras estos “juegos”, que en su mayoría tocan temas sensibles o incluso críticas sociales. En el caso de El juego del calamar, su trama no se queda atrás, mostrándonos la forma en que las personas pueden hacer cosas que van en contra de todo lo que creen, con el fin de conseguir algo.

Esta serie de Netflix trata sobre personas que van voluntariamente a someterse a un juego, que desde un principio se sabe que es, como mínimo, sádico, para luego descubrir que es imposible para ellos dejar esto.

 

El dilema del juego

Si nos vamos a películas como los juegos del hambre, todos sabemos que la gran mayoría de participantes están ahí en contra de su voluntad, y harían cualquier cosa para escapar de ese infierno, algunos incluso, no son capaces de asesinar a sus “enemigos”, muriendo mientras suplican misericordia. En el juego del calamar es todo lo contrario. 

La primera vez que se nos presenta el juego es cuando un hombre de traje se acerca al protagonista, convenciéndolo de jugar un juego infantil, con el cual puede ganar dinero, avisándole que si pierde, debe pagar con dinero, o con dolor de su propio cuerpo, aceptando cachetadas. Esto de por sí es algo que no se debería aceptar, pero claro, al estar él tan desesperado por dinero, se siente casi obligado a participar.

Pasado un buen rato, cuando el protagonista tiene el rostro terriblemente rojo de tantos golpes, pero con una sonrisa por sostener bastante dinero, podemos notar hacia dónde se dirigirá todo. A todos los participantes del juego les ocurre lo mismo, o por lo menos, algo parecido, para luego ofrecerles la oportunidad de ir por un premio mucho más grande, a lo que todos aceptan.

Una vez aquí, y pasado el primer juego, todos quieren irse, temen por su vida, y sienten que han sido secuestrados por un montón de psicópatas. Los encargados del juego no tardan en restregarles la verdad en la cara, no solo todas las personas allí tienen deudas imposibles de pagar, sino que además aceptaron por propia voluntad ser parte del juego.

Aun así, todos quieren irse, hasta que los encargados muestran la suma total del premio, lo que lleva a la siguiente pregunta, ¿cuánto cuesta tu vida? Al menos la mitad de los cientos de personas en la sala afirman que su vida no tiene precio, al votar a favor de terminar con el juego de una vez, y volver a casa. 

 

Cuando tienes la opción de irte

Si estuvieras en una situación similar, y te permitieran irte sin ningún problema, ¿aceptarías? Muchos pueden llegar a afirmar que sí, lo aceptarían sin dudar, pero lo cierto es que una vez que el premio ronda la mente, es imposible no pensar en ello. Sobre todo si al volver a casa te da un golpe de realidad, recordando las razones por las que aceptaste en primer lugar. 

No es una decisión tan sencilla como la quieren hacer ver algunas personas, pues aunque la lógica nos dice una cosa muy obvia, y es que es muy poco probable que ganemos contra cientos de personas, sigue habiendo una parte que piensa “igual no puede ser peor”. Eso sí, el volver por segunda vez a una trampa mortal, con un mínimo de esperanza, resulta completamente necesario para estos personajes, he ahí un punto que no suele tomarse tan profundamente en este tipo de historia.

Siempre hay arrepentimiento, la idea de que existía otra salida cuando se está a punto de morir, pero lo cierto es que las deudas no se pagan con simple arrepentimiento. Si a todo esto le agregamos el hecho de que ya de por sí estaban al punto de muerte en sus vidas cotidianas, el peligro constante ya no suena tan mal. 

el juego del calamar

El concepto de la igualdad

Algo que repiten mucho en la serie es la igualdad, al colocar a todos los participantes al mismo nivel, para que así tengan una “pelea justa”, aunque en realidad no es nada justa la idea al notar que si bien todos empiezan igual, algunos son más fuertes y más jóvenes, o más inteligentes, por lo que no se les puede considerar “iguales”. 

Incluso los mismos jugadores lo sacan a flote cuando, en medio de unos juegos de equipo, prefieren dejar por fuera a las mujeres, por considerarlas débiles.

 

La traición y la vida

Lo normal en este tipo de situación es buscar un equipo, pues de esa forma, se está más seguro, y hay más posibilidades de ganar. Pero, en algún punto deben matarse los unos a los otros, para que solo uno quede con el premio. 

Si bien para algunos personajes esto puede parecer una tontería, o como un método para acabar con la competencia mientras finge ayudar a los demás, para estos, otros vínculos, y la vida de aquellos que los salvaron de una forma u otra son muy importantes.